PERSONAJES CÉLEBRES DE APURÍMAC

CHABUCA GRANDA

María Isabel Granda Larco nació el 3 de septiembre de 1920 en Las Cotabambas Aurarias, asiento minero ubicado en el distrito de Progreso, en la provincia de Grau, en el departamento de Apurímac. Su padre fue Eduardo Granda y San Bartolomé, quien era ingeniero de minas y su madre Isabel Susana Larco Ferrari de Granda. En 1923 la familia se mudó a Lima, cursando sus estudios en el Colegio Sagrado Corazón. A los 12 años descubrió su vocación por el canto y durante su juventud ingresó a la Asociación de Artistas Aficionados, participando en teatro y ópera. Junto a Pilar Mujica formó el dúo Luz y Sombra cantando música mexicana. Luego junto a las hermanas Martha y Rosario Gibson conformó un trío presentándose en Radio Miraflores y Radio Nacional.

MICAELA BASTIDAS

Micaela Bastidas Puyucahua (Tamburco, Abancay, 23 de junio de 1744-Cusco, 18 de mayo de 1781) fue una prócer de la independencia hispanoamericana, jugó un importante papel en la historia del Perú. Hija de Manuel Bastidas, descendiente de africanos, y de Josefa Puyucahua, indígena, por sus raíces tanto africanas como amerindias era conocida por muchos como Zamba, nombre que se daba en época colonial a las personas producto del mestizaje entre africanos e indígenas. Esposa y consejera de Túpac Amaru II, su desempeño tuvo vital importancia en la rebelión de Tinta. Su ejemplo de coraje y determinación al defender sus ideales de justicia y libertad hasta su trágica y despiadada muerte en mano de los españoles, la convirtieron en leyenda y símbolo de la lucha americana contra la opresión y la explotación colonial.

RICARDO PALMA

Ricardo Palma fue hijo de Gregorio Palma y de Francisca Mena, quienes vivían en Talavera y tuvieron siete hijos, siendo Felipe o llamado también Ricardo el quinto, quien nació el 01 de mayo de 1,822, según figura en la partida de Bautizo de la Iglesia de Talavera, siendo su padrino de bautizo don Tomás Mena. Justa Palma, su hermana menor es quien sostuvo que su hermano Felipe es Ricardo, quien de muy niño fue llevado a Lima para que estudie en un Monasterio, y que después se hizo escritor famoso. Esta afirmación fue también certificada por Cecilia Samanez Palma hija de la citada doña Justa quien recuerda afirmaciones de su madre en ese sentido. Además existen múltiples testimonios que corroboran esta tesis: como los de Juan Guillermo Samanez, Mateo Carrasco, Emiliano Almanza, David Samanez Ocampo, Carmen Martinelli de Samanez, Ubaldina Ocampo de Ballón y otros personajes notables de esa época. El cambio de nombre de Felipe a Ricardo se explicaría por ser su padre el entonces párroco de Talavera José María Leguía, quien además lo bautizó y asentó la partida respectiva, para posteriormente recoger a su hijo y enviarlo a estudiar en un seminario de Lima, por lo que por respeto a tal dignidad no se divulgó su origen, tema que Palma siempre supo soslayar. Otra versión, es que Ricardo Palma es limeño, nacido el 7 de febrero de 1,833, fecha que figura en la placa de la casa donde vivió. Afirmación que se sustenta entre otras fuentes en una partida de bautismo, la que presenta graves incongruencias con su edad y episodios de su vida.

JOSÉ MARIA ARGUEDAS

José María Arguedas Altamirano nació el 18 de enero de 1911 en Andahuaylas, Perú. Hijo de un abogado cusqueño y una hacendada andahuaylina. Su madre murió cuando José María tenía sólo tres años y en 1917 su padre se casó en segundas nupcias y la familia se trasladó al pueblo de Puquio y luego a San Juan de Lucanas. Al poco tiempo el padre fue cesado como juez por razones políticas y hubo de trabajar como abogado itinerante, dejando a su hijo al cuidado de la madrastra y el hijo de ésta, quienes le daban tratamiento de sirviente, de modo que su experiencia afectiva estuvo marcada por el cuidado de los indios quechuas que ejercían de sirvientes en la hacienda. En 1921 se escapó con su hermano Arístides de la opresión del hermanastro. Se refugiaron en la hacienda Viseca, donde vivieron dos años en contacto con los indios, hablando su idioma y aprendiendo sus costumbres, hasta que en 1923 los recogió su padre, quien los llevó en peregrinaje por diversos pueblos y ciudades de la sierra, para finalmente establecerse en Abancay. Cursó primero la escuela secundaria en la ciudad de Ica, en la desértica costa peruana, y luego en la ciudad de Huancayo, donde empezó a escribir colaborando en una revista estudiantil. A los veinte años ingresó en la Universidad de San Marcos, en Lima, donde estudió la especialidad de Letras y continuó escribiendo para revistas universitarias. Entre 1932 y 1937 trabajó como auxiliar de la Administración Central de Correos de Lima pero perdió el puesto al ser apresado por participar en una manifestación estudiantil a favor de la República Española, por lo que pasó casi un año en prisión.

David Samanez Ocampo y Sobrino

Nació en Huancarama en 1866. Fue un político peruano que ocupó la presidencia interina del Perú entre 1930 y 1931, al frente de una Junta Nacional de Gobierno. A partir de 1930 el Perú se sumió en un período de crisis económica y desorden político tales, que se sucedieron seis presidentes de la República en el lapso de sólo siete meses. Tenía Samanez Ocampo 65 años al momento de asumir la presidencia de la Junta Nacional de Gobierno del Perú, y aunque su gobierno duró sólo nueve meses, habría de merecer el reconocimiento general. Su mayor contribución fue un nuevo Estatuto Electoral, preparado por una comisión especial, en la que participaron jóvenes personalidades como César Antonio Ugarte, Alberto Arca Parró, José Antonio Encinas, Luis E. Valcárcel, Jorge Basadre Grohmann y Luis Alberto Sánchez. Esta comisión funcionó en la Biblioteca de la Universidad de San Marcos, y tras culminar su labor presentó al gobierno un anteproyecto de Estatuto Electoral, el mismo que fue oficializado, con algunas pequeñas enmiendas, por decreto ley N.º 7177 del 26 de mayo de 1931. Las novedades de la nueva ley electoral fueron las siguientes: La confección de un moderno padrón electoral centralizado, que hizo que las listas de votantes ya no dependieran de Juntas Preparatorias provinciales que solían cometer todo tipo de vicios y fraudes. El escrutinio no se haría en la mesa de sufragio sino en el Jurado Departamental, a fin de evitar las anteriores tomas de mesas por obra de turbas armadas, que favorecían a determinados candidatos. El establecimiento del voto secreto, en una cámara de sufragio, pues hasta entonces el voto había sido público. La imposición de una sanción para los omisos al voto. Quedaron exceptuados de ser votantes los curas, los militares, los varones menores de 21 años, las mujeres de todas las edades y los analfabetos. Los partidarios de Leguía fueron prohibidos de ser candidatos. Como poder supremo electoral fue erigido el Jurado Nacional de Elecciones, independiente del Poder Ejecutivo. El gobierno de Samanez creó también el Banco de Reserva, promulgó una nueva ley de quiebras y estableció un fondo “Pro desocupados” para intentar socorrer a los más necesitados. En medio de sucesivas intentonas golpistas y serios conflictos laborales, incluso se realizó un censo que arrojó 375.000 habitantes en Lima y 69.800 habitantes en el Callao. Terminada su misión política después de elegir un nuevo Presidente del Perú en 1931, Samanez volvió a retirarse de la actividad política, esta vez en forma definitiva, dedicándose a la agricultura.

Juan de Espinosa Medrano

Nació en Calcauso – Antabamba en 1629. Fue un clérico y literato. Gracias a su precoz talento y al apoyo del cura de su pueblo se le abrieron las puertas del Seminario de San Antonio Abad del Cusco y luego las de la Universidad de San Antonio Abad del Cusco de la misma ciudad, donde se graduó. Políglota y polifacético, antes de los 18 años ya escribía autos sacramentales, componía música sacra y dominaba el latín, el griego, el hebreo y, por supuesto, el quechua. Lo llamaban “Lunarejo” así por los lunares que marcaban su rostro y en vida fue ya toda una leyenda. Se dice que cuando el virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, X Conde de Lemos, llegó al Cusco, uno de sus primeros actos fue asistir a una misa celebrada por “El Lunarejo”. Enraizado en el imaginario popular, todavía en el siglo XIX se relataban entre las viejas familias cusqueñas, como lo recuerda Clorinda Matto de Turner, algunas de las anécdotas que protagonizara. La más conocida nos lo muestra predicando a templo repleto e interrumpiendo su sermón para pedir a la multitud: “Señores, den lugar a esa pobre india que es mi madre”. Su primera obra tal vez sea “El rapto de Prosepina”, drama que la tradición dice que escribió cuando no había cumplido los quince años y que llegó a ser representado en Madrid y Nápoles. También para el teatro compuso “El amar su propia muerte” y el auto sacramental en quechua “El hijo pródigo”. Además, escribió en latín, el tratado de lógica “Curso de filosofía tomística”, y treinta de sus sermones, sin duda los más bellos que se han compuesto en el Perú, fueron agrupados póstumamente por sus admiradores y publicados en 1695, bajo el título de “La novena maravilla”. Pero fue su “Apologético en favor de Luis Góngora”, príncipe de los poetas líricos españoles, la obra que le aseguró un lugar en la posteridad. Publicada en 1662, es una apasionada defensa del gran poeta cordobés contra los ataques del portugués Manuel de Faría y Sousa, pero también un ejercicio de estilo y la aplicación, al análisis de los versos gongorinos, de ideas avanzadas para su época y, en algún caso, próximas a las de la estilística del siglo XX, como lo remarca Dámaso Alonso. La calidad de la prosa del “Apologético en favor de Luis Góngora”, musical, brillante, ingeniosa, es tal, que don Marcelino Menéndez Pelayo la califica de “perla caída en el muladar de la poética culterana”. No obstante sus méritos académicos y literarios, se desempeñó con humildad durante muchos años como párroco de la iglesia de San Cristóbal, donde sus elocuentes sermones convocaban multitudes. Durante sus últimos años integró el cabildo diocesano en la catedral del Cusco y dictó cátedra en el Seminario.